El sentido de la vida: Una película animada de Pedro Alonso Pablos para promocionar turismo y enología.
La fascinante relación entre el turismo rural, la enología y la animación ha tomado un giro inesperado con el anuncio de «El sentido de la vida», el próximo largometraje del productor y cineasta Pedro Alonso Pablos. En este ambicioso proyecto, el director fusiona las tradiciones agrícolas de su familia con la magia del cine, creando una obra que promete ser tanto un deleite visual como una reflexión profunda sobre el propósito de la existencia.
La magia del cine y la tradición agrícola se unen en un proyecto único: Pliski, una película animada de Pedro Alonso Pablos, que promete capturar el alma del turismo rural y la enología. Inspirada en el entorno de Lagar el Altozano, una casa rural emblemática en Extremadura, esta obra invita a los espectadores a reflexionar sobre el propósito de la vida mientras exploran paisajes y actividades agrícolas auténticas. A través de la restauración de una bodega vinícola, los personajes principales encontrarán sus propias razones de ser, una narrativa profundamente ligada a la esencia del olivar y la vid.
Además, la película no solo es un homenaje a las raíces familiares del director, sino también una ventana al legado agrícola de la región, representado por marcas como Frauta, especializada en la producción de aceite de oliva virgen extra y vino. Este ambicioso proyecto, lanzado de manera innovadora por fragmentos gratuitos, busca mostrar cómo el turismo, la agricultura y el cine pueden entrelazarse para contar historias universales con un sabor local inigualable.
¿Cómo se conecta un olivar con el propósito de vivir?
Inspirada en la casa rural Lagar el Altozano y la marca de productos agrícolas Frauta, esta película de animación busca retratar más que paisajes pintorescos. Según Alonso Pablos, el concepto japonés del «ikigai» —la razón de vivir— es el corazón de esta historia. La trama gira en torno a dos hermanos huérfanos que, junto a su abuelo, se embarcan en la restauración de una antigua bodega vinícola. En este viaje no solo reconstruyen un edificio, sino que descubren sus propios propósitos en la vida.
Esta narrativa no es solo un guiño a las raíces familiares del director, sino también una oda al patrimonio cultural y agrícola de Extremadura, una región donde los olivares y viñedos no son meras postales, sino testigos silenciosos de generaciones que han moldeado la tierra con esfuerzo y pasión.
Innovación en el lanzamiento: una película en fragmentos
Rompiendo con los esquemas tradicionales de distribución cinematográfica, Pedro Alonso Pablos ha optado por lanzar la película de manera gratuita y por capítulos. Esta estrategia, que ya ha comenzado con la publicación del primer fragmento en su sitio web, promete mantener la expectativa de los espectadores mientras el filme se completa en un plazo estimado de dos años.
¿Es esta una decisión económica o artística? Quizás ambas. Lo que está claro es que el modelo refleja una intención de conectar con el público de forma directa y continua, un enfoque que podría marcar tendencia en la industria.
Lagar el Altozano: donde la historia cobra vida
Uno de los pilares de la película, Lagar el Altozano, no es solo un escenario, sino un personaje en sí mismo. Esta casa rural, ubicada en Trujillo, Extremadura, fue originalmente un lagar construido en 1898 para la producción de aceite y vino. En 2020, la familia Alonso Pablos decidió transformar esta construcción en una experiencia turística que conserva las tinajas originales en su bodega y ofrece un vistazo al pasado agrícola de la región.
Con seis habitaciones dobles, dos cocinas, salones acogedores y una piscina con vistas espectaculares, Lagar el Altozano ha encontrado un equilibrio entre el confort moderno y la autenticidad rústica. Además, la finca de 35 hectáreas invita a los visitantes a participar en actividades agrícolas como la recogida de aceitunas, convirtiéndose en un microcosmos de lo que representa la película: el vínculo entre el ser humano y la tierra.
Frauta: la marca que lleva el sabor de Extremadura al mundo
El legado agrícola de la familia también está presente en Frauta, una marca que comercializa aceite de oliva virgen extra (AOVE) y vinos elaborados en la finca. Aunque no se ha confirmado una colaboración directa entre la película y la marca, es evidente que ambas iniciativas comparten un mismo propósito: preservar y dar a conocer la rica herencia agrícola de Extremadura.
Si bien nombres como Francis Ford Coppola han logrado combinar cine y enología en sus proyectos, Alonso Pablos busca algo diferente. No pretende construir viñedos con fines comerciales, sino mostrar cómo estos espacios son portadores de historia y humanidad.
¿Qué puede aprender el turismo de la animación?
El vínculo entre el cine y el turismo no es nuevo. Walt Disney lo entendió al crear parques temáticos basados en sus películas, y otros cineastas han seguido su ejemplo con propuestas como tours por localizaciones icónicas. Sin embargo, Pedro Alonso Pablos toma un camino opuesto: no se trata de atraer turistas hacia lugares ficticios, sino de utilizar el cine para revelar la belleza real y palpable de espacios como Extremadura.
En un contexto donde el turismo busca cada vez más la autenticidad, «El sentido de la vida» ofrece una perspectiva única. No es una película que venda fantasías, sino una que invita a sus espectadores a reflexionar sobre lo esencial, utilizando como telón de fondo un patrimonio agrícola que todavía late con vida propia.
Más allá de la pantalla: el turismo como experiencia inmersiva
La experiencia en Lagar el Altozano es mucho más que una estancia. Durante el invierno, los huéspedes pueden disfrutar del calor de la chimenea, pasear entre olivares o incluso participar en tareas agrícolas como la recolección de aceitunas. Actividades al aire libre como la observación de aves o excursiones a lugares históricos cercanos como Cáceres o Mérida complementan la oferta, demostrando que la conexión entre la naturaleza, la historia y las personas sigue siendo una poderosa atracción.
Reflexión: ¿puede el cine cambiar nuestra percepción del turismo?
«El sentido de la vida» no solo promete ser una obra de arte, sino también una plataforma para revalorizar las actividades rurales y agrícolas. En un mundo donde el propósito de vivir parece desdibujarse entre pantallas y ciudades bulliciosas, la película nos recuerda que a veces las respuestas están en lo más básico: un olivo, un viñedo, una familia unida por un sueño.
Mientras esperamos los próximos capítulos de esta historia animada, la pregunta persiste: ¿qué tanto necesitamos alejarnos de nuestras raíces para encontrar nuestro propósito, y cuánto podríamos descubrir si regresamos a ellas?