¿Qué tienen en común flores y minerales? PÉTALOS del Bierzo lo descubre.

¿Puede un vino llamarse PÉTALOS y saber a grafito?

La suavidad atlántica que huele a violeta y sabe a fuego

¿Qué tienen en común flores y minerales? PÉTALOS del Bierzo lo descubre. 1

¿Qué tienen en común las flores y los minerales? PÉTALOS del Bierzo lo descubre en cada copa. 🌸🔥

Hay vinos que se explican con una palabra. Otros con una metáfora. Pero PÉTALOS… Pétalos se bebe como se lee un poema que mezcla tierra y cielo. Este tinto de Bierzo, firmado por los Descendientes de J. Palacios, no solo lleva un nombre evocador, sino que despliega una narrativa sensorial en la que cada trago es una página escrita con tinta de clavelinas, grafito y una dulzura de golosina que desarma.

Hace tiempo, una copa de este vino me hizo detener una conversación a mitad de frase. Alguien había abierto una botella, y en lugar de hablar, todos callamos. No por respeto. Por sorpresa. Por ese rojo picota oscuro que recuerda a los labios de una diosa romana. Por esa nariz que insinúa violetas, tierra húmeda y algo ahumado. Como si un bosque húmedo se hubiese enamorado de un ramo de flores silvestres. Ahí, en medio de la cocina de un amigo, el Pétalos del Bierzo 2022 nos hizo dudar si estábamos bebiendo vino o un conjuro.

“No todos los fuegos queman. Algunos acarician como terciopelo ácido.”

Origen: Pétalos del Bierzo 2022 · Comprar por 18,50 € en Vinissimus

Un Bierzo con corazón atlántico y espíritu de leyenda

El Bierzo no es Borgoña, pero hay días en que lo parece. Lo decía aquel poeta del vino: el paladar no miente, solo traduce. Y lo que traduce el paladar al probar Pétalos es la historia de un territorio duro, con poca luz, donde la Mencía se cría casi en secreto, como si no quisiera ser descubierta. Este vino nace de más de 90 hectáreas, algunas propias, otras compartidas con 180 familias que han aprendido a leer la tierra con las manos.

Con un 93 de Parker en esta añada 2022, Pétalos se presenta como un vino fragante, limpio, delicado y profundo. Un equilibrio que no resulta fácil. Porque este vino no es un ejercicio de estilo, es una expresión de clima, suelo y tiempo. No hay atajos cuando se trabaja con tan bajos rendimientos, y se nota en cada trago: concentración sin exceso, frescura sin artificio, potencia sin estridencias.

Se fermenta con racimos enteros, se cría en madera de varios tamaños durante diez meses, pero no huele a mueble viejo ni a manual de enología. Huele a lo que debe: a fruta roja viva, a plantas aromáticas, a humo fino, a tierra mojada, a jara.

“Si el vino habla, este susurra secretos al oído.”

Un perfume oscuro, un tacto mineral, una acidez que canta

La primera vez que lo probé, alguien dijo que era un vino “femenino”. No supe si era un cumplido o una torpeza, pero entendí lo que querían decir: hay algo sensual en su boca aterciopelada, en esa acidez que refresca como un beso inesperado, en esa persistencia que te deja pensando en lo que no dijo. No es que Pétalos sea un vino suave: es un vino que juega al contraste. Goloso pero seco, mineral pero floral, robusto pero ligero. Como un duelo entre la fragancia de una violeta y la textura de una piedra.

Su paso por boca es medio, pero su recuerdo es largo. Hay humo, hay especias, hay balsámicos que evolucionan en copa. Si esperas un rato, aparece el fondo de grafito, esa nota que parece inventada por poetas alcohólicos pero que, de repente, reconoces. Lo mismo ocurre con el humus, ese aroma oscuro, entre vegetal y animal, que huele a raíces viejas y a tiempo detenido.

Y ahí está el milagro. Porque esto es un vino joven (sí, apenas criado), pero tiene la hondura de un relato largo. No aburre, no abruma, no necesita que lo expliques. Se explica solo.

Carne roja, queso azul y charcutería ibérica… o nada

Me preguntan a menudo con qué marida este vino. La etiqueta sugiere cordero, filete de buey, pasta, jamón, quesos azules… Pero la verdad es que Pétalos se bebe mejor cuando no tienes hambre de comida, sino de belleza. Aunque, si me obligan a elegir, yo lo pondría junto a un carpaccio de ternera con parmesano, o frente a una tabla de embutidos ibéricos, bien cortados, sin prisas. El vino los envuelve, los transforma, los eleva. Pero también se defiende solo. Una copa, una charla y un silencio largo pueden ser su mejor maridaje.

Y si alguien pregunta por la temperatura ideal, ya lo dice la ficha: entre 16 y 18 grados. Aunque, seamos sinceros, si te lo tomas cinco minutos antes o después del momento perfecto, tampoco vas a quejarte. Porque este vino no exige precisión quirúrgica: exige atención. Y un poco de deseo.

“Hay vinos para olvidar. Pétalos es para recordar.”

¿Qué tienen los Palacios que no tengan los demás?

Los Descendientes de J. Palacios no necesitan presentación, pero merece la pena recordar que esta bodega cambió para siempre la percepción del Bierzo. Rescataron viñedos, escucharon el suelo, pusieron la Mencía en el mapa sin convertirla en caricatura. No intentaron convertir el Bierzo en otra cosa. Lo asumieron, lo celebraron, lo embotellaron.

Pétalos no es el vino más caro de su catálogo, pero probablemente sea el más honesto. Y eso no es poco. Porque la honestidad, en este mundo de etiquetas infladas y copas pretenciosas, es casi una rareza.

Cuando el vino no es solo vino, sino un estado de ánimo

Hay botellas que uno guarda para ocasiones especiales. Y hay botellas que hacen que cualquier día se vuelva especial. Pétalos es de estas últimas. Su precio —18,50 € la botella— lo hace accesible, pero su sabor lo convierte en un lujo discreto. Esa es su fuerza. No grita, no presume, no compite. Solo se abre, se deja oler, se deja beber… y se queda contigo.

No necesitas saber de Parker ni de Peñín. Basta con que tengas boca y memoria. Si la usas bien, este vino no se te va a olvidar.

“Quien bebe vino con alegría, vive dos veces.” (Dicho popular del noroeste)

Un vino con alma atlántica, aroma retro y futuro perfumado

Pétalos no se bebe, se escucha. Como un bolero mineral en copa grande

Ahora bien, si un vino puede oler a flor y a piedra al mismo tiempo… ¿no será que estamos buscando las respuestas en el lugar equivocado? ¿Y si la verdad está en el fondo de una copa?

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JOHNNY ZURI

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