¿El café frío L’OR puede cambiar el verano para siempre? El placer del café L’OR se reinventa con sabor y frescura
Estamos en pleno verano, cuando el sol se convierte en juez implacable y todo lo que apetece es algo fresco, inesperado, casi juguetón. Y entonces aparece L’OR con su café frío, como un cómplice que no quiere simplemente calmar la sed, sino llevarnos a un territorio nuevo de placer y sorpresa. Es curioso cómo una bebida tan cotidiana como el café puede reinventarse hasta convertirse en un juego de sensaciones, un ritual que ya no se limita a la mañana con prisas o a la sobremesa tranquila, sino que ahora entra de lleno en el reino del hielo, del sabor tropical y de la textura explosiva.
Lo que propone L’OR este verano no es solo otra campaña de marketing colorida, sino un salto hacia un universo donde el café deja de ser negro, amargo y predecible, para transformarse en algo inesperado. Una cafetera que sirve el espresso directamente sobre hielo, cápsulas con coco que huelen a playa lejana y unas perlas comestibles que revientan en la boca como pequeños fuegos artificiales. “¡Ah, pero esto no es café!”, diría el purista de la taza humeante. Y sin embargo, lo es. Solo que disfrazado de fiesta.
Origen: Café frío y creativo: descubre el Verano L’OR
el café frío como un desafío al ritual de siempre
La tradición nos ha acostumbrado a pensar que el café debe salir caliente, casi hirviendo, y que su aroma intenso se disfruta mejor en invierno, bajo una manta. Pero aquí entra L’OR Barista Absolu, una máquina que parece diseñada para desobedecer. Su función Enjoy Over Ice baja la temperatura de extracción y convierte el espresso en una especie de seducción fría. El café cae sobre los cubos de hielo, y en lugar de diluirse y perder carácter, mantiene la crema, la fuerza y esa densidad que tanto cuesta lograr incluso en los bares más expertos.
Hace tiempo, recuerdo haber intentado preparar un café frío casero vertiendo un espresso normal sobre hielo. Resultado: agua con sabor a café y la amarga sensación de fracaso. Lo que L’OR propone es eliminar ese error de raíz. Una máquina que entiende que el hielo no es enemigo, sino cómplice. Y eso cambia las reglas.
“El hielo no mata al café, lo resucita”, podría ser el lema secreto de esta novedad.
coco, brisa tropical y la provocación del sabor
Luego está el Coconut Iced, cápsulas compatibles que llevan consigo una insinuación de coco. No un perfume artificial que canse en el segundo sorbo, sino un matiz ligero que recuerda a una brisa de mar en pleno mediodía. Lo curioso es que la marca no lo concibe como un experimento exótico de temporada, sino como una edición limitada que pide ser degustada en frío. ¿Un café que se sirve con hielo desde el inicio? Sí. ¿Y además con coco? Exacto.
Lo probé una vez mezclado con leche fría y el resultado fue tan inesperado como seductor. Esa suavidad aromática, casi dulce, parecía más cercana a un cóctel de playa que a un espresso de cafetería tradicional. Y sin embargo, ahí estaba la intensidad del café, intacta. El contraste entre lo clásico y lo tropical se convirtió en un pequeño duelo de sabores que terminaba siempre en empate.
perlas que estallan en la boca
La tercera jugada maestra son las Perlas de Café L’OR, que parecen sacadas de un laboratorio futurista. Pequeñas esferas comestibles que contienen café líquido en su interior. Al morderlas, explotan y liberan una ráfaga intensa que despierta el paladar como si alguien hubiera puesto un despertador en la lengua.
No son simples adornos para una bebida, son una declaración de intenciones: el café puede ser jugado, explorado, incluso comido. Me imagino a un pastelero colocándolas sobre un tiramisú y transformando un postre clásico en una experiencia de fuegos artificiales. Y no es casualidad: L’OR propone justamente eso, reinterpretar el tiramisú con estas perlas que convierten cada cucharada en un juego de texturas.
“El café no solo se bebe, también se muerde”, dice con sorna un barista que las ha probado. Y tiene razón.
recetas que parecen secretos de verano
Lo interesante de todo esto es que la marca no se limita a lanzar productos, sino que propone un repertorio de recetas, casi como si fueran conjuros veraniegos. Un latte frío coronado con nata y perlas de café, listo para un brunch en terraza. O un tiramisú ligero donde el coco sustituye la pesadez del espresso habitual. Cada propuesta parece diseñada para desafiar al calor sin renunciar al placer del café.
El café frío deja de ser una simple bebida de sobremesa para convertirse en postre, en cóctel, en acompañante inesperado de la tarde. Y ese es quizá el mayor logro de esta campaña: convertir lo cotidiano en extraordinario, darle al verano una excusa más para ser memorable.
el café como experiencia, no como rutina
Marc Dujardin, Marketing Director de JDE, lo resume con claridad al afirmar que buscan “nuevas formas de disfrutar el café en cualquier ocasión”. Lo cierto es que detrás de esa frase se esconde una filosofía más amplia: la de entender el café no como un producto fijo, sino como un lienzo para jugar con texturas, temperaturas y sabores.
Hace décadas, el café era casi un ritual sagrado: siempre en taza, siempre caliente, siempre negro. Hoy, marcas como L’OR se atreven a romper ese molde. El riesgo está en que algunos lo tachen de extravagancia, de exceso innecesario. Pero ¿no es acaso la extravagancia la que hace que un verano sea inolvidable?
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
el café frío como símbolo de libertad
Más allá de la publicidad, lo que me intriga es cómo estas propuestas convierten al café en un símbolo de libertad. No hay una forma correcta o incorrecta de beberlo: con hielo, con coco, con perlas, con nata o sin nada. Cada receta es una invitación a romper la costumbre y a descubrir un lado más juguetón de un producto que parecía condenado a la seriedad.
La pregunta que queda flotando es inevitable: ¿seguirá siendo café si lo disfrazamos de playa, de postre y de explosión sensorial? Quizá ahí esté el truco. El café siempre fue más que una bebida: fue conversación, compañía, pretexto. Y ahora, con estas innovaciones, se convierte también en espectáculo.
el misterio de lo que vendrá después
El verano de L’OR deja una incógnita abierta. Si el café puede servirse frío sin perder intensidad, si puede mezclarse con coco y convertirse en esferas comestibles, ¿qué será lo próximo? ¿Un café que se convierta en espuma al contacto con el aire? ¿Un espresso que cambie de color según la luz?
El café frío de L’OR no solo refresca, sino que abre un territorio nuevo donde todo parece posible. Y quizá, después de probarlo, ya no volvamos nunca más al café rutinario de siempre.
“El café frío L’OR no se bebe, se vive”.
¿Y tú, te atreverías a cambiar tu ritual de café por una experiencia de hielo, coco y perlas explosivas, o prefieres quedarte con el calor confiable de la taza de siempre?