¿Por qué ALTO AGRELO marca un antes y un después en Mendoza? ALTO AGRELO es el nuevo secreto retrofuturista del vino argentino
Estamos en julio de 2025, en Luján de Cuyo, Mendoza, y el vino ALTO AGRELO comienza a sonar como ese nombre que todavía se pronuncia con cierto susurro, como si quienes lo conocieran no quisieran compartirlo demasiado. Un enclave que hasta hace poco se escondía entre las viñas más altas, al sur de las rutas 7 y 40, y que ahora sale a escena con su propia Indicación Geográfica, erigiéndose como el quinto sello oficial de una tierra que nunca deja de reinventarse.
Alto Agrelo no es un nombre cualquiera. Es una declaración. Es el eco de una cepa que madura a 1.150 metros, donde el sol no acaricia: calcina. Donde la altitud no es paisaje, sino alquimia. Lo he visto. Lo he probado. Y una vez que el paladar reconoce ese tanino denso y esa acidez que camina sola, no hay retorno. Algo cambia. Algo se enciende.
Una geografía con carácter que no se deja domar
Dicen que todo vino cuenta una historia. Pues bien, Alto Agrelo cuenta una que no busca agradar: quiere que lo entiendas o lo dejes pasar. Su pendiente de oeste a este no es capricho, es su secreto para bañarse en sol cuando las vides más abajo ya suspiran. Ese desnivel le permite a la planta estresarse lo justo, para que en la copa no haya piedad sino intensidad.
Y sí, podrías pensar que es solo otro terroir mendocino más. Pero eso es como decir que todos los amores son iguales. Aquí, la diferencia es la presión. Literal. A más de 400 metros por encima del Agrelo clásico, la atmósfera se afloja y las uvas se tensan. Más color. Más cuerpo. Más mensaje.
“Hay lugares que no piden permiso. Se imponen con elegancia feroz.”
La mano (invisible y poderosa) del Grupo Avinea
Detrás del telón de viñedos, se mueve una maquinaria casi secreta, pero tremendamente eficaz. El Grupo Avinea, del poderoso Alejandro Bulgheroni Family Vineyards, ha sembrado 232 hectáreas de filosofía orgánica en esta nueva IG. Argentina, Italia, Francia, Estados Unidos, Australia… el apellido Bulgheroni no tiene pasaporte, tiene visión. Y en Alto Agrelo, esa visión se traduce en un culto a la trazabilidad, a lo natural —sí, natural, sin discursos— y al uso de la tierra sin pedirle permiso al laboratorio.
Las etiquetas que salen de aquí —Argento, Cruz de Piedra, Otronia, Cuesta del Madero, Pacheco Pereda— no están para decorar vinotecas. Son vinos que tienen historia, y ahora, con este nuevo sello, también tienen identidad reconocida por el Instituto Nacional de Vitivinicultura. Lo orgánico deja de ser una moda para convertirse en argumento. Un argumento bebible.
“El vino orgánico no se grita. Se nota en la resaca (o en su ausencia).”
El Cabernet Franc que le canta al viento
Hay cepas que nacen para liderar sin decirlo. En Alto Agrelo, el Cabernet Franc no necesita luces de neón ni catas pomposas. Se cuela en cortes como quien susurra en una conversación ruidosa y, sin embargo, es lo único que recuerdas. Su acidez está tan viva que parece que se acaba de despertar de la vid. Tiene esa frescura desafiante que en boca parece un salto al vacío… pero con red.
También viven allí Malbec, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot. Todos bien plantados. Todos con potencial. Pero es el Franc el que parece haber encontrado en esa altitud, ese calor solar extremo y ese suelo casi en rebelión, su campo de juego definitivo. Es como si el varietal hubiera estado esperando este escenario desde siempre.
Y sí, también es una promesa. Una de esas promesas que se mantienen aunque pase el tiempo y cambien las modas.
Un sello, un grito, un destino
La resolución 27/2025 del INV no es solo un papel con membrete. Es un certificado de nacimiento, un bautismo. La Indicación Geográfica Alto Agrelo es una invitación —o un desafío— a mirar más arriba, a trabajar más fino, a entender que el futuro del vino no va solo en dirección tecnológica, sino en dirección filosófica.
Porque aquí el terroir no es solo tierra: es relato, es tensión, es estrategia. Las bodegas que se instalen en este rincón tendrán que hablar ese lenguaje: el de lo auténtico, lo preciso, lo reconocible. Ya no alcanza con hacer buen vino. Hay que hacer vino con alma. Y Alto Agrelo, aunque joven como IG, ya camina con paso firme.
“El vino con alma no se vende, se comparte en silencio.”
Trazabilidad, retrofuturismo y las tinajas que vuelven
El futuro, en Mendoza, se sirve en copa de bordes gruesos y alma fina. Y Alto Agrelo es ese lugar donde se cruzan los drones y las tinajas, la robótica en bodega y las fermentaciones espontáneas. ¿Contradicción? No. Coherencia. Porque el vino siempre ha sido eso: una mezcla de paciencia y riesgo, de pasado y porvenir.
Imagino, sin necesidad de cerrar los ojos, un Cabernet Franc de Alto Agrelo madurado en una tinaja de barro, con levaduras autóctonas y seguido por sensores de humedad vía satélite. Lo uno no anula lo otro. Lo orgánico convive con lo técnico. Lo ancestral se lleva bien con lo digital. Mendoza lo entendió antes que muchos.
Y ahora lo muestra sin pedir disculpas.
Hacia una Mendoza menos complaciente
Este nuevo sello incomoda, porque exige más. Pide a gritos prácticas de precisión, mayor respeto por la tierra, una visión menos complaciente del terroir. Porque el confort ya no es rentable. Lo arriesgado, sí. Lo singular, también.
En ese sentido, Alto Agrelo no quiere ser el próximo Agrelo. Quiere ser algo más incómodo, más oscuro, más magnético. Y va por buen camino. Las próximas generaciones de viticultores tendrán aquí no un manual, sino una incógnita. Y eso, en viticultura, es un regalo.
“Quien no arriesga en el viñedo, repite en la copa.” (Sabiduría de bodega)
“No hay vino sin historia, ni historia sin terroir.” (Refrán apócrifo de los Andes)
Alto Agrelo marca el futuro retro del vino argentino
El Cabernet Franc encuentra su templo en las alturas mendocinas
Lo orgánico no es marketing en Alto Agrelo, es convicción y tierra
Entonces, ¿es Alto Agrelo solo una nueva etiqueta en el mapa? ¿O será el principio de una nueva narrativa para el vino argentino? ¿Podrá mantener esa dualidad entre lo retro y lo futurista sin traicionarse?
¿Y tú, ya probaste lo que se cultiva donde la presión afloja y la uva se tensa?